1 jul 2010

Duendes Paroteros


Hace unos días he descubierto uno de los secretos más grandes de mi vida y que me han marcado como no tienen una idea. Resulta que mi descubrimiento explica el por qué de mi locura y demencia extrema con los demás.

Tal parece que fui abducido, sí. Así es amiguirris… fuí abducido nada más y nada menos que por los duendes paroteros.

La historia se remonta a cuando yo era un pinche morrillo, un moquillo recién nacido, un renacuajo malparido, una tripa malcagada…. Así, curiosillo el muchacho; era el primogénito pues de la familia Macana Merrasco. Yo era, presumo de ser, un niño “hemosho” (como diría el famoso rapero H-Nances acá en mi barrio de Santa Chila).

Resulta ser que a pocos días de nacido a mis papás se les ocurre sacarme a pasear - ¿A dónde? - Pos al río más garra de todos: el río "El tigre" por eso, por garra. “Que los compadres hicieron una carne asada, que los primos llevaban sus llantas flotadoras, que las chelas, que las caguamas, que el taco dorado, que la moronga, que los duros rancios”… en fin, en pura fiesta se la pasaban. ¿Y el niño recién nacido que no podía tomar nada ni comer nada? Pues puro chicharrón le daban, pero de su mamá… pos de ahí le daba su lechita pues.

Resulta pues que, según me cuentan, llegamos al río y nos instalamos bajo un gran árbol frondoso que acá en mi tierra les dicen "Parota" (creo que es un término universal para ese árbol, y si no, me vale, yo así los conozco). Ese árbol es mágico y encierra grandes misterios… he aquí uno de ellos. (Hasta se me enchina el cuero cuando la platico.)

La familia pues andaba contenta, festejando muchas cosas en aquel río, una de ellas el nacimiento de un puerquito valiente, su servidor sexual: Cheshvan Santana Velasco. Transcurrieron varias horas y, entrada la borrachera y agarradera de miembros, pos que me dejan sólo a la intemperie y bajo aquel frondoso árbol. Ahí estando totalmente desprotegido, pasó lo que pasó… fui abducido nada más y nada menos por los maleantes, por los malacopas, por los incongruentes… duendes paroteros.

Abramos un paréntesis. Para quien no sepa lo que son los duendes paroteros, ahí les va la explicación breve y científica de estos engendros. Los duendes paroteros son criaturas pequeñas, de no más de 30 cm de estatura, color café y piel roñosa, parecida al del árbol de parota (por eso se camuflajean tan bien en el árbol), tienen colmillos en forma de colibrí y manos en forma de ganso. Su principal alimento son las almas de los niños recién nacidos y sin bautizar. Pero pos cuando no hay, tragan basura. Y pues lógico, viven solamente en esos árboles frondosos, ahí tienen sus cuevas. Fin del paréntesis.

Los malditos duendes me agarraron y nadie se dio cuenta, me llevaron a sus guaridas y ahí comenzó el ritual de extracción del alma. Me madrearon gacho y hasta hoy me doy cuenta por qué me duele tanto la espalda baja… ahí me picaron feo, ¡Pero muy feo!

Desde ese día me cuentan mis familiares que no dejé de llorar hasta que tenía como 4 años. Mi infancia se tornó gris y triste. Nadie se explicaba qué había pasado ese día en el río, sólo dicen que de repente solté el llanto. Mi madre, angustiada, me llevó con varios sacerdotes de aquí de la localidad y su veredicto era: “su niño está poseído por el demonio, su vida será un asco, estudiará una carrera cacahuate y se hará rockero maldito (…) no hay mejor remedio que matarlo sino, cuando llegue a los 25 se morirá de una sobredosis de chemo”. – ¡Ahhh que la chingada! Bueno, ¿Qué más se puede esperar de esos sacerditos puerconios?.

Nada parecía surtir efecto hasta que escuché cantar a Juan Gabriel en aquel tiempo, cuando todavía era guapo y bien portado. A la fecha yo creo que él es un arcángel guardián que lucha contra los embrujos de los duendes. A la mejor a él le pasó lo mismo, pero a él si lo madrearon más gacho; pos nomás véanlo ahorita, no da una el jotingas ese. Pobre vato. Bueno, volviendo al tema. Sólo así de escucharlo me curé: mi mamá lo veía en la tele y desde que lo escuché, dejé de llorar. No me curé, pero sí me ayudó. Todavía sentía hueco mi espíritu, así que tendría que recuperar mi alma como fuera posible, pero pos estaba chamaco y no sabía lo que pasaba y lo que podía hacer para averiguarlo.

Pero, se han de preguntar ¿Cómo es que lo supe? ¿Cómo me dí cuenta que fueron ellos los desgraciados? – Si cuando me pasó eso era todo un chamaco equlenque ¿cierto?. Hasta apenas hace un año, a mis 24 descubrí toda esta verdad cuando regresé a esa parota y a ese riachuelo tronador. Es ahí cuando, tratando de averiguar el por qué de mi oscuro pasado, escucho que unas ramas se mueven rápidamente… volteo y veo a una pequeña criatura saltando de rama en rama… me cagué. Y pos que me subo al árbol … estando ahí, lo confronté… pero esa, esa será otra historia.